Este ingeniero inglés acumula 25 títulos en la máxima categoría. Ganó con Williams, McLaren y Red Bull y ahora sueña con hacer lo mismo en Aston Martin.

El aire en los paddocks de la Fórmula 1 tiene un gusto especial cuando Adrian Newey está cerca. Ese tipo de aire pesado de creatividad pura, de innovación desbordante y de obsesión por la perfección. Es que este hombre de 65 años, nacido en Colchester, Inglaterra, no es sólo un ingeniero; es el creador de algunas de las máquinas más temidas y respetadas en la historia de la máxima categoría del automovilismo. Tal es su relevancia que tiene un sueldo anual que supera al de varios pilotos…

Adrian Newey
Foto: Thomas Butler / Red Bull Content Pool.

Pero para entender la magnitud de Newey, primero tenemos que echar un vistazo a su camino tortuoso y lleno de éxito, pero también de tragedia. Empecemos por el principio.

El joven Adrian no fue precisamente el alumno modelo. De hecho, fue expulsado de la escuela secundaria por un incidente un tanto pintoresco, aunque no exento de carácter. Mientras otros adolescentes buscaban su lugar en el mundo, Newey ya mostraba su inconformismo, subiendo el volumen del sonido en un evento escolar hasta que las ventanas de la escuela se resquebrajaron. Fue un acto que definió a un hombre que, desde joven, ya sabía que las normas no eran para él.

Tras completar sus estudios en Ingeniería Aeronáutica, Adrian optó por una ruta menos convencional: el automovilismo. En lugar de seguir el camino tradicional de la aeronáutica, eligió la velocidad, y la Fórmula 1 fue su destino. Al principio, nadie podía imaginar que su ingenio llevaría a transformar equipos mediocres en campeones mundiales. Sin embargo, ahí comenzó su leyenda.

Adrian Newey
Foto: Mark Thompson/Getty Images/Red Bull Content Pool.

Sus primeros pasos en la F,1 fueron en el equipo Fittipaldi, luego pasó a March, y su trabajo se ganó rápidamente la atención. No fue hasta que se unió a Williams en 1991 que su genio se desató de verdad. La era de los Williams dominados por Newey comenzó con el FW14, un coche que pronto puso a los rivales en apuros.

Gracias a la fama de sus modelos, Ayrton Senna decidió unirse a Williams para la temporada de 1994. El destino quiso que Newey fuera el creador del auto en el que se mató el astro brasileño en el Gran Premio de San Marino. Fue una tragedia de la que tardó recuperarse, más que nada porque muchos posaron sus ojos en él. Durante la investigación de la justicia se descubrió que un arreglo en la barra de dirección del auto creado por Newey había sido el causante del despiste que terminó con la vida de Senna. Esta tragedia marcó el fin de una era, pero increíblemente no la de Newey, cuyo trabajo continuó llevándolo a la cima.

Tras su salida de Williams, Newey encontró en McLaren un terreno fértil para seguir sembrando victorias. La máquina de McLaren, impulsada por sus diseños, dominó la Fórmula 1 entre 1998 y 1999, y luego continuó su reinado en el siglo XXI con resultados más que exitosos. Pero como todo genio, Newey también enfrentó dificultades. En 2005, firmó con Red Bull, un equipo que, hasta entonces, estaba lejos de ser el gigante que sería en el futuro.

Adrian Newey
Foto: Mark Thompson/Getty Images/Red Bull Content Pool.

Bajo la tutela de Newey, Red Bull pasó de ser un equipo marginal a un absoluto coloso de la Fórmula 1. La era de Sebastian Vettel y su dominio de 2010 a 2013 fue testimonio del potencial de Newey para crear coches que no solo competían, sino que arrasaban con la competencia. Sin embargo, cuando los motores Renault comenzaron a fallar, el rendimiento de Red Bull se estancó. La F1 pasó de ser un juego de tacto fino a una batalla de recursos, y Newey vio cómo el dominio de su equipo se desvanecía lentamente con la aparición de la era híbrida.

Ahora bien, la historia no termina ahí. En 2023, el regreso de Red Bull a la cima de la Fórmula 1, con Max Verstappen al volante y el RB19 como la pieza central de ese resurgir, es el último capítulo de un legado que parece no tener fin. Pero Newey, a pesar de todo, sentía que era hora de dar un paso al costado.

En 2024, la Fórmula 1 fue sacudida por una noticia: Newey había renunciado a Red Bull Racing. ¿La razón? La tensión interna, las luchas de poder dentro del equipo, y quizás un deseo de encontrar un nuevo reto. Mientras tanto, Aston Martin, el equipo de Lawrence Stroll, hizo su jugada maestra. Adrian Newey, quien podría haberse retirado, fue reclutado como socio técnico y accionista, añadiendo un toque de magia a la Fórmula 1, esta vez con una marca que ha demostrado estar dispuesta a gastar lo que haga falta para estar en la cúspide.

Adrian Newey
Foto: Chris Graythen/Getty Images/Red Bull Content Pool.

Adrian Newey no es solo un ingeniero de coches, es el arquitecto de sueños sobre ruedas. Su nombre está ligado no solo a victorias, como lo demuestran sus 25 títulos, entre pilotos y equipos, sino a transformaciones radicales dentro de la F.1.

Más que un trabajador de taller, es un visionario, un hombre que, con cada trazo y cada diseño, dibuja -literalmente- el futuro del automovilismo. Tal es la relevancia de su trabajo que cobra 30 millones de dólares por año, exactamente la mitad de lo que ganan Verstappen o Lewis Hamilton.

Su legado no solo se mide por sus campeonatos o por los coches con los que ha marcado historia, sino por la cultura de la excelencia y la obsesión por los detalles que dejó en cada equipo al que ha pertenecido. Ahora, con Aston Martin, Newey parece preparado para dar el último gran paso de su carrera, o quizás, como buen genio, está dispuesto a redibujar una vez más el futuro de la Fórmula 1.